martes, 14 de octubre de 2008

paseando a miss daisy

por fin un lugar en Vietnam sin gente, sin motos, sin ruido... Hace falta coger una barca y meterse en el delta del Mekong para encontrarlo.
Al principio parecía imposible. Fuimos en barco desde Saigón a Can Tho, que es el pueblo/ciudad más grande de esta zona, y el trayecto nos llevó poco más de 3 horas. Desde luego que fue un acierto acercarse hasta allí en barco y no en autobús (otro viaje “tortura” de 5 horas para recorrer apenas 200 kilómetros: me niego).
El pueblo en sí no es que tenga mucho encanto. Por lo visto hasta ahora puedo decir que la arquitectura de estos pueblos o ciudades es bastante fea y me pregunto todo el rato de quién es la culpa: y mi conclusión de momento es que el comunismo ha hecho mucho daño estético. Polonia también es muy fea, a excepción de las zonas que sobrevivieron a la guerra, y que son anteriores a la época comunista. Después, todo feo, gris, sin gusto...joder, es un crimen.


El sábado estuvimos dando vueltas con la moto, visitando alguna pagoda (budista), el mercado (este sí me pareció interesante)...pero sobretodo intentamos buscar el campo. Queríamos salir de la ciudad y encontrar los famosos arrozales, no sé, algo de naturaleza, carreteras secundarias, vacías, donde se pudiera ver ese paisaje vietnamita que tengo en la cabeza y que todavía no he encontrado. ¡Misión imposible!
Decidimos volver al centro y darnos un homenaje en la terraza de un bonito restaurante de estilo colonial (¡sí!). Los fines de semana fuera de Saigón sientan muy bien...

Uno de los puntos fuertes que ofrece este sitio son las visitas a los mercados flotantes del Mekong, pero para ver eso hay que pegarse un pedazo madrugón. Así que, ahí estábamos Sebas y yo, desayunando a las 6 de la mañana el domingo. Nuestra barquita salía a y media del puerto y nos esperaban unas 5 horas de ruta por diferentes brazos de este río. Muy curioso ver esas barcas, unas con fruta, otras con arroz, telas, verduras...todas juntitas...y nosotros metidos en todo el meollo.



La verdad es que era una escena muy curiosa; pero para mí, lo mejor sin duda, fue cuando desaparecimos por otras zonas donde estábamos solos: la señora que conducía la barquita y nosotros. A los lados, por fin, solo vegetación; de vez en cuando, alguna casa perdida....puentes cada vez más pequeños que nos decían que nos alejábamos de la civilización: perfecto. Y en ese momento, me di cuenta de que realmente estaba en Vietnam.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

...ya era hora de que pusieran fotos de chicas guapas aqui!! 1 besote desde la calle Chantada.

Dharma dijo...

Corazón, ¡tú sí que sabes!
Que me marean en el curro, pues me voy de tapeo…
Que no tengo casa, pues de finde por los arrozales…
Con que tenías agobio, ¿no? Pues parece que se te ha pasado. Estás guapísima y con una sonrisa en la que se lee todo.
Besazo

picaporte dijo...

Parece que sí, que eso también va a ser Vietnam, selvas interminables, superficies enteras de arrozales, ríos sinuosos, Charlis por todas partes, Dios!!!! Comandante, tengo miedo!!!

Por que se ponen lo que les sobra del helado en la cabeza?, como es el tamaño de los helados alli!!!!!! ya vas en moto!!!!! Abajo Lennin, que ha hecho mucho daño a la arquitectura!!!!

Salu2 y cuídate

Belin dijo...

ayy que mona.....